El país de Javier Fernández se llama Asturias. Esa maravillosa región verde, bañada por el mar cantábrico y de altas montañas del norte de España. Una región de gentes trabajadoras, humildes y hospitalarias, a la que es muy difícil llegar por tren o carretera, e imposible por aire. Las maravillas suelen ser inaccesibles, y más si son gobernadas por el Partido Socialista casi ininterrumpidamente en todo el período democrático.
El mensaje de fin de año de Javier Fernández, apunta a que podría haber sido redactado bajo un síntoma que en psicología denominan disociación. Es decir, cuando la imagen mental sobre un hecho concreto dista mucho de la realidad. La Asturias que dibuja nuestro Presidente en su mensaje navideño, parece existir sólo en la mente de quien lo ha pronunciado. Leyendo el discurso del Presidente, uno se siente como la Alicia de Lewis Carroll escuchando a Conejo Blanco.
La propuesta de Fernández sobre la necesaria industrialización asturiana, parece dicha por alguien de la oposición y no por el Presidente que se ha mantenido silente frente al desmantelamiento industrial de nuestra región. Sin ánimo de ser exhaustivos, la sumisión a las instrucciones de la ministra Ribera, sobre descarbonización express, la falta de una mínima actuación relevante contra el disparatado incremento del recibo de la luz o la prohibición de la extracción de gas en Asturias, son obra del presidente asturiano, más reconocible por sus silencios que por sus palabras.
No contento con no haber hecho nada por la menguante industria Asturiana, se permite el lujo de criticar un modelo económico basado en el turismo, la construcción y los servicios. Tal parece que quiere acabar definitivamente con lo poco que queda, para que los asturianos podamos pastar plácidamente en nuestros verdes prados.
En este punto es donde la disociación del discurso con la realidad llega a su punto más alto. Se permite proponer que se prohiba la deslocalización de empresas a países en los que contaminar resulte más barato. Es decir, nuestros políticos crean una normativa medioambiental extrema que perjudica a la industria y la solución es prohibir que se vayan. No sé en que mundo vive nuestro Presidente, pero de seguro no en el que vivimos todos. Prohibir la deslocalización de empresas, no aporta nada positivo, simplemente cerrarán. Un mundo en el que nuestros vecinos son clientes potenciales de cualquier empresa del mundo, ya esté en Marruecos, India o Malasia, no se soluciona criminalizando a las empresas que no quieran instalarse en Asturias, o deseen irse, sino apostando realmente por ellas y hacer nuestra región atractiva para esas industrias.
Refiere también en su discurso su preocupación para la evolución demográfica, cuando su gobierno no se ha interesado nunca por la natalidad. Ni si quiera el asumible compromiso de escuela gratuita de 0 a 3 años ha contado con la firme defensa del silente Presidente. Asturias registra 6 abortos diarios, con una tasa de 12 abortos por cada 1.000 mujeres, se interrumpen 1 de cada cuatro embarazos, colocándonos como la tercera comunidad con más abortos de España. Se destinan casi 1 millón de euros a clínicas privadas abortistas, por la mayoritaria negativa de los profesionales a practicarlos en la sanidad pública. Las ayudas fiscales del Principado de Asturias brillan por su ausencia, pues vivimos en una comunidad cicatera en deducciones fiscales que favorezcan a la familia. Así que menos palabras y más medidas, su apelación a la natalidad es una farsa Sr. Fernandez.
Ni siquiera el buen dato de crecimiento económico de 2017, que sitúa a Asturias a la cabeza de España, es interpretado correctamente por el Presidente. Tras colgarse esta simbólica medalla, confirma que esta situación que no se había dado en los últimos 50 años. Es decir, una clara excepción al declive económico de nuestra región, cuyo único responsable es el Partido Socialista del Sr. Fernández.
Finaliza su mensaje apelando a la Asturias híper-subvencionada y decadente que él ha creado, alabando el desastroso “salario social”. Una medida que gana usuarios a un ritmo de 10 diarios, que ya nos cuesta 10 millones de euros mensuales y que consiste en pagar una renta a las personas a las que la gestión económica del PSOE han dejado sin empleo. Sólo unos políticos fracasados compensan con los impuestos de todos a quienes sus propias políticas han dejado sin trabajo. Es la medida más clara del fracaso de los políticos asturianos. Como no puedo crear las condiciones para que haya más empleo, te mando el dinero a casa, sin contraprestación alguna.
El único pasaje del discurso digno de alabanza, es la defensa de la transición del 78, que ha permitido el mayor período de paz y prosperidad de nuestro país. En esto estoy totalmente de acuerdo con el Sr. Fernández. En todo lo demás creo que nuestro Presidente tiene un problema de percepción de la realidad o simplemente nos miente.
Deja una respuesta